viernes, 9 de marzo de 2012

Cuaresma 2012

Tema 4. Familia, casa y escuela de comunión.

Entre muchos ataques que sufre la familia en la actualidad se encuentra uno que por estar mal entendida y casi sin caer en cuenta, la está dañando en sus bases y en su composición: la mentalidad individualista. Dicha mentalidad rescata muchas cosas para la mejor concepción del ser humano en su persona y su individualidad pero, desgraciadamente, por la mala forma de entender la individualidad se ha caído en la trampa del individualismo, el cual “le pega” a los miembros de la familia con la:
·         Incomunicación: sin protestas ni violencias, sino como una forma de vida que se aleja de las “implicaciones” y las “complicaciones”.
·         La búsqueda de placer sin estridencias y con tonalidades de medianía pero afectando la convivencia familiar
·         El trabajo como necesidad y no como camino de realización personal o como cause de servicio familiar.
·         El cultivo individual, de lo singular, de lo diferente como signo de una nueva estética de la existencia humana.

A continuación ofrecemos algunas pistas de reflexión que nos iluminen y motiven la vivencia de la comunión en las familias:

a. La Santísima Trinidad, modelo de unidad para las familias. El misterio de Dios es un misterio de comunión en el amor. Dios es Trinidad que, en plenitud de su amor, ha querido abrir su misterio y hacer participes de él a todos los hombres; así las cosas, hemos sido llamados a la comunión como desarrollo pleno de nuestro ser y hemos sido enviados a crearla en nuestro ser y en nuestro entorno, sobre todo en nuestras familias, así las cosas, los miembros de las familias son uno por la sangre que les une y porque en el Espíritu Santo están en comunión con el Hijo y con el Padre. Así pues, para nosotros, la comunión en las familias no es más que la manifestación en ellas de la gracia de Dios los hace partícipes de su propia comunión, que es su vida eterna.

b. Amor, fuente de la comunión. La familia tiene la misión de ser comunidad de vida y de amor; por tal razón tiene como comedio vivir con fidelidad este amor desarrollando una auténtica comunidad de personas: de los esposos, de los padres, de los hijos, abuelos y parientes. El amor, en efecto, es el principio y la fuerza de la comunidad y la comunión, que anima las relaciones interpersonales de los diversos miembros de las familias. Será el amor el motor que impulse el espíritu de sacrificio tan indispensable para conservar y perfeccionar la comunión familiar, pues exige disponibilidad de todos y cada uno. El amor motiva la compresión, la tolerancia, el diálogo, el perdón y la reconciliación.

c. Un referente obligado es el ejemplo de la Primitiva Iglesia. No es extraño que, entre sus características narradas por el libro de los Hechos de los Apóstoles y que se han convertido en normativas para reconocer en una comunidad a la Iglesia, se cite la comunión de los hermanos (Hch. 2, 42-47; 4, 35-37; 5, 12-14). Los textos de la Sagrada Escritura al respecto, insisten en que la comunión que se tiene en la fe con el Padre y el Hijo solo puede expresarse en la comunión con los hermanos. La comunión no se presenta como una palabra abstracta, sino como una realidad que se vive y se siente en el seno de la Iglesia Doméstica.

d. Así pues, la unidad que el Señor quiere para las familias y en la cual El nos quiere abrazar, no es accesoria, sino que está en el centro mismo de su obra.



e. ¿Cómo se convierte una familia en casa y escuela de comunión?

ü    Comunión entre los esposos: Cuando una mujer y un hombre deciden donarse de manera recíproca y total, a través del pacto conyugal se instaura la comunión primera, que crece a través de la fidelidad cotidiana a las promesas matrimoniales. Esta comunión conyugal es perfeccionada por Jesucristo con el sacramento del Matrimonio y el don del Espíritu Santo es mandamiento de vida y un impulso estimulante para que los esposos progresen en esta unión.

ü    La comunión que irradia la esposa y la madre: La mujer ha de aportar a la comunión desde sus propios carismas y capacidades femeninas, como son la ternura, la compresión, la abnegación, la dulzura, la fidelidad, la fe, la capacidad de amar. Siendo ella verdadero “corazón de su hogar” estará siendo “agente de comunión”.

ü    La comunión que irradia el esposo y padre: Del mismo modo que la mujer, el hombre con sus características propias como son la rectitud, sinceridad, disciplina, fortaleza, inteligencia, honestidad, autoridad, es decir, siendo la cabeza de su hogar, será promotor importante de comunión en la familia.

ü    Comunión entre padres e hijos: Fundamental para construir la comunión entre los padres con los hijos será la educación recíproca entre padres e hijos; es decir, que los hijos pueden y deben edificar una familia auténticamente humana y cristiana, con el amor, con el respeto y la obediencia a los padres y éstos ejerciendo su autoridad irrenunciable como un verdadero servicio al bien humano y cristiano de los hijos.

ü    Comunión entre los hermanos: Si los padres han sabido educar a sus hijos en la apertura y donación de sí mismos, será más fácil la vivencia de comunión entre sus hijos. Éstos harán visible la unión con los hermanos cuando demuestran solicitud y cariño por sus hermanos, solidaridad y compresión, ayuda y respeto de sus personas y sus cosas. En este sentido es laudable que muchos hermanos viven la comunión de manera extraordinaria aún cuando no han recibido de sus padres un buen ejemplo.

ü    Comunión entre la familia extendida: En nuestra Diócesis sigue siendo la familia extendida (aquella en que también participan tíos, abuelos, sobrinos, primos, etc.) un referente de solidaridad, cercanía, signo de celebración de algún acontecimiento de alegría o de pesar. Son muchos los casos que son los parientes los primeros en demostrar la cercanía a algún miembro necesitado de ellos. A pesar de que la familia tiende a ser más pequeña, la comunión de la familia extendida se ha de cultivar y promover a pesar de los miembros de la misma se encuentran viviendo lejos por cualquier motivo.

ü    Comunión de la familia hacia fuera de ella: La familia es la célula fundamental de la comunidad civil y de la comunidad eclesiástica por eso debe participar del desarrollo integral de la comunidad, y de sus miembros han de empeñarse en la búsqueda de mejores forma de vida, cambiando o transformando las estructuras para que éstas sean humanas y se logre la justicia en el mundo.

f. Jesucristo es don, centro y fuente de la comunión en la familia. Por eso la importancia de que la familia tenga el máximo contacto con Jesucristo mediante la escucha de la Palabra, la vivencia de la Eucaristía y demás sacramentos y el ejercicio de la caridad a las personas que más la necesitan. Bien se ha dicho que la “familia que reza unida, permanece unida” y podemos ampliar más la afirmación:”la familia que busca a Jesús unida, permanece unida gracias a Jesús”.



1 comentario:

  1. sugiero aprovechar este blog para dar a conocer las actividades y apostolados del Santuario, quien esta a cargo y como los podemos contactar para preguntarles dudas sobre las mismas

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